Estudiantes y docentes universitarios protagonizan la mayor marcha contra el Gobierno en defensa de la educación pública, la ciencia y la cultura.
Foto: José Luis Masdeu.
La marcha en defensa de la Universidad Pública del 23 de abril sacudió el escenario político argentino, pese a la centralidad que tuvo la marcha que llegó a la Plaza de Mayo, tambien se produjeron manifestaciones en distintas calles y plazas del país en defensa de la educación pública, la ciencia y la cultura. La enorme movilización del martes en la capital fue la más grande en muchos años y a ella hay que sumarle las grandes movilizaciones en Mar del Plata, Córdoba, Tucumán, Misiones, Mendoza y demás, que dejaron en claro que el gobierno tendrá problemas si busca destruir a la educación pública.
La decisión del gobierno de Javier Milei de prorrogar el Presupuesto educativo de 2023 sin considerar el 211,5 por ciento que acumuló el índice de precios al consumidor (IPC) el año pasado más el 51,6 por ciento del primer trimestre tuvo, como consecuencia lógica, el mayor desfinanciamiento de la educación pública superior del que se tenga registro (un 71 por ciento según el cálculo de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, ACIJ).
La actual gestión libertaria pretendió aplicar para las 65 universidades nacionales y sus instituciones de salud un presupuesto inicial de 1.385.290 millones de pesos, la misma cifra que hace un año. El mes pasado hubo una ampliación insignificante (2,21 por ciento) y con el manotazo de ahogado del lunes para intentar frenar la movilización (un falso “70 por ciento”, pues sólo se aplica a gastos de funcionamiento) el presupuesto pasó a ser de 1.440.397 millones, un mísero 4,1 por ciento más sobre el total. Del presupuesto destinado a las universidades, la partida principal se denomina “Desarrollo de la Educación Superior”, que explica el 90 por ciento del gasto total, según un análisis de ACIJ. En ella se incluyen el pago de salarios a docentes y no docentes, que representan el 52,2 y el 30,5 por ciento respectivamente.
Según expone Ekaitz Cancela en “La Marea”: La movilización fue la primera reacción de la juventud contra el modelo civilizatorio que trata de imponer Milei, quien dedicó buena parte de la tarde a escribir de manera furiosa desde su cuenta de X contra los manifestantes. Sin quererlo, Milei ha reactivado el ingenio radical de la juventud, que le ha recordado que la universidad pública no es solo un lugar para encontrar un trabajo, aunque sea precario, o para aprender a ser un emprendedor que sigue a rajatabla el modelo neoliberal”.