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“El racista no escucha ni quiere escuchar. Tiene su relato y los medios llegamos muy tarde”

Samuel Toledano: Los racistas ya están infectados por el virus de esos influencers que viven de vender mierda…

Samuel Toledano*

Entre el dato y el relato se construye nuestra percepción de la realidad, con un juego mediático que va ganando los de la cueva. En su cabeza cavernícola entra siempre el relato antes que el dato. Para ser exacto, siempre entra por las tripas, las vísceras, con el odio al otro. Y también entra por el corazón, con el orgullo de ser parte del nosotros. El orgullo de ser de aquí, personas españolas de bien, como dice un general, orgullosos y orgullosas de algo que no tiene mérito alguno, salvo el de la madre, que tras un doloroso parto, según la caverna, lo primero que piensa es que ha contribuido a frenar el gran reemplazo poblacional.

Una vez que el relato se cuela en la materia gris sólo hace falta buscar el dato, que le permita autoconvencerse de que es real, objetivo. Y es que el racista no se convierte en un racista a través de un método racional. No hay un proceso consciente ni algo que suponga el uso de neuronas.

Los medios, los pocos decentes, intentan desmontar el racismo a base de datos, pero el racista obviamente ni escucha ni quiere escuchar. Tiene su relato, y los datos colaterales, bien asentado. Los medios llegamos tarde, muy tarde. Podemos inundar el espacio mediático de relatos de derechos humanos y empatías universales y de datos científicos… pero los racistas ya están infectados por el virus de esos influencers que viven de vender mierda que sustituye lo que en el mundo del periodismo, el decente, llamamos información.

Los medios y los periodistas, los decentes, viven autocomplacientes con su papel ya caduco de únicos intermediarios de la realidad, y reclaman que la única vía posible es la autorregulación, porque ellos deciden qué es periodismo. Y se ofenden y todo cuando se habla de regulación, porque, medios decentes e indecentes, coinciden en reclamar para sí la libertad de expresión y el derecho a la información. Decentes e indecentes sólo buscan el negocio, alguno a la deriva, mientras influencers contaminan el espacio informativo con sus relatos de mierda.

*) Samuel Toledano es periodista, profesor en Ciencias de la Comunicación y Trabajo Social de la Universidad de La Laguna. Exsecretario general de la Unión de Profesionales de la Comunicación de Canarias – UPCC

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