Los coeditores de la revista Mongolia imputados por el arcaico e insostenible delito de «ofensas a los sentimientos religiosos»
Los
coeditores de la revista Mongolia Pere Rusiñol y Darío Adanti,
imputados por el arcaico e insostenible delito de «ofensas a los
sentimientos religiosos»
debían
declarar
por esa imputación ante el juzgado número 12 de Barcelona. Solo lo
ha hecho el primero de forma presencia ya que Adanti no pudo hacerlo
por defectos en la conexión telemática conMadrid. Rusiñol ha
explicado a la juez que la
revistav Mongolia emplea la sátira como una forma de crítica social
amparada por el ordenamiento jurídico español y europeo, que
protege la libertad de expresión y de información, y que los dogmas
de las religiones no tienen ninguna bula particular en
democracia.
Por su
parte, el letrado de la revista, José Luis Mazón, ha considerado
que “con la declaración
ya ha quedado claro que Mongolia no ha cometido ningún delito, por
lo que solicitará el archivo inmediato de la querella presentada
por la ultraderechista Manos Limpias”. Organización
que, por cierto, no
asistió a la declaración en el juzgado y tampoco se presentó el
Ministerio Fiscal.
El
origen de la querella es la portada del pasado diciembre de Mongolia,
en la que se reproducía una versión satírica del belén navideño.
Otras tres entidades ultracatólicas -Hazte Oír, Abogados Cristianos
y el Movimiento carlista- han presentado también querellas contra la
editora de la revista, pero en el juzgado de Mataró, que todavía no
ha comunicado la apertura de diligencia alguna.
En la misma semana fue presentado el libro “Libertad de impresión”, del propio Rusiñol e ilustrado por Fernando Rapa; este libro -según explican “nació de la batalla entre Revista Mongolia y el matador Ortega Cano a través del cual se pretende recuperar el debate sobre la falta de libertad que se vive en nuestro país con respecto a la sátira y al humor. Recoge en sus 120 páginas y analiza los casos más relevantes en los que el humor, la opinión y la protesta se han dado de bruces con la justicia española y «demuestra hasta qué punto la sátira se está convirtiendo en una práctica de riesgo» desde 2012.
En el libro se recuerdan los casos del cantante César Strawberry, la tuitera Cassandra Vera, las activistas del Coño Insumiso, Willy Toledo, el Gran Wyoming y Dani Mateo, Leo Bassi y Mongolia vs. Ortega Cano, algunos de ellos con sentencia de absolución tras el juicio.










