Se debe a la protesta de su miembros por los crímenes de guerra en Gaza y el “doble discurso de la institución”. Rechazan ser cómplices,
La decisión del Royal Ballet and Opera (RBO) de cancelar su presentación de Tosca en Tel Aviv es una fractura ética y un acto de insurrección moral en pleno corazón del aparato cultural europeo, liderado no por directores sino por los cuerpos: bailarines, técnicos, artistas escénicos y trabajadores administrativos que firmaron una carta interna, contundente y sin retórica. Rechazaron viajar a Israel. Rechazaron colaborar. Rechazaron volverse cómplices.
La cancelación, confirmada este 4 de agosto , está señalada en la protesta de 182 miembros del RBO, quienes denunciaron no solo los crímenes de guerra en Gaza, sino también el doble discurso de la institución, que meses atrás había ofrecido funciones gratuitas para soldados israelíes tras la producción conjunta de Turandot. La gota que colmó el vaso fue el incidente del 19 de julio, durante una función de Il Trovatore, en la que el artista Daniel Perry desplegó una bandera palestina sobre el escenario. El director artístico Oliver Mears intentó arrancársela en plena función. El gesto autoritario desató una ola de indignación interna.
Coreógrafos y directores musicales renunciaron en silencio. Bailarines veteranos entregaron cartas privadas de dimisión o de repudio. Las redes internas filtraron testimonios de “desgaste moral” y “fractura irreversible” entre la dirección ejecutiva y los equipos artísticos. Alex Beard, CEO del RBO, alegó en público razones de “seguridad”, pero internamente se lo responsabiliza de no haber protegido la integridad ética de su elenco.
			


		
		
		





		